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Origen del nombre: Del nombre "turquesa" que significa "piedra de Turquía.
Grupo de origen: Fosfato de alúmina.
Composición química: Fosfato básico de aluminio y cobre hidratado, CuA16(PO4)4(OH)8.4H2O.
Dureza: Entre 5 y 6.
Sistema cristalino: Triclínico.
Principales yacimientos:Estados Unidos, Irán, México, Egipto, China, Perú, Polonia, Rusia, Tíbet, Afganistán y Kenya.
Colores: Azul, Azul celeste.
En el año 6000 A.C., la piedra turquesa fue explotada por los egipcios y utilizada en la moda y en la decoración. Esta piedra se ha encontrado en forma de brazalete de turquesa, sobre todo en los brazos de las momias, durante las excavaciones arqueológicas. También se utilizó ampliamente en Persia como moneda de cambio para otros objetos.
En Asia oriental, principalmente en el Tíbet y la India, la piedra turquesa se utilizaba por sus propiedades medicinales y en joyería para hacer collares y colgantes de turquesa, así como en el arte.
Para los tibetanos, la turquesa era un símbolo de valor, dedicación y benevolencia. Mientras tanto, en Estados Unidos, los nativos americanos le atribuyen muchas virtudes. Los apaches creían en el turquesa por su alianza de cielo y mar, protegiendo y guiando a los guerreros y cazadores.
Por su parte, los navajos consideraban esta piedra como un pedazo de cielo que había caído a la tierra. Los aztecas creían que la turquesa era demasiado poderosa para ser usada por los humanos y que sólo los dioses eran capaces de hacerlo. En la época del Renacimiento, la turquesa empezó a ser conocida en Europa y se fue extendiendo poco a poco.
Hoy en día, la piedra turquesa se utiliza ampliamente en joyería para la fabricación de numerosos collares, pulseras, anillos y colgantes. El descubrimiento más antiguo de esta piedra se remonta a la época de los egipcios, hace más de 6000 años. La reina Zar, reina de la primera dinastía egipcia, llevaba un brazalete decorado con piedras de turquesa. Descubierta por los arqueólogos en su tumba, esta piedra servía de protección. La máscara del faraón Tutankamón también tenía piedras de turquesa. Además, el sarcófago de Tutankamón estaba engastado con numerosas piedras, como turquesa, lapislázuli, amatista y cornalina.
En litoterapia, la piedra turquesa es bien conocida por sus propiedades curativas. Así como los indios lo usaban para calmar las picaduras de escorpiones y mordeduras de serpientes, los litoterapeutas lo usan para tratar y regular muchas de las disfunciones del cuerpo.
En el nivel físico en litoterapia, la piedra turquesa tiene sus virtudes esencialmente en la atenuación de los dolores, en los fluidos corporales y en el sistema nervioso. A nivel del chakra sagrado, la turquesa ayuda a limpiar y regular los fluidos corporales; la orina, la sangre, las secreciones hormonales o el esperma.
En el chakra del corazón, regula el sistema nervioso y refuerza el sistema inmunitario. En el plexo solar, la turquesa ayudará a evitar la intoxicación, pero también el exceso de grasa mala. Finalmente, en el chakra de la garganta, luchará contra las disfunciones de los pulmones, pero también de la garganta.
A nivel espiritual, la piedra turquesa ayuda a abrir y armonizar el chakra de la garganta. La apertura de este chakra favorece la creatividad, la espontaneidad, la abundancia y la comunicación. Naturalmente, el chakra de la garganta facilita la expresión de los sentimientos, las emociones y los deseos más profundos.
Por el contrario, un Chakra de la Garganta cerrado o desequilibrado se manifiesta en una falta de escucha a los demás y a uno mismo, una falta de sinceridad, una tendencia a ser muy tímido y a temer el abandono. Si tiene dificultades para comunicarse, especialmente en público, debe elegir una piedra que concentre su energía en el chakra de la garganta, como la turquesa.
Como todos los minerales, la piedra turquesa se descarga energéticamente con el tiempo. Cuanto más lo use, más rápido disminuirá su energía. Para conservar sus poderes y su belleza natural, basta con tomar las medidas adecuadas para limpiarla y recargarla. La recarga de la turquesa puede hacerse con agua, tierra o incienso. Al menos una vez al mes, basta con sumergir la piedra en un recipiente con agua destilada sin sal durante unas horas. Este ritual de purificación elimina las impurezas físicas y las energías negativas que se han acumulado en el interior de la piedra. Evite el agua del grifo ya que puede dañar su turquesa prematuramente.
Una vez purificada y limpiada, la piedra turquesa debe ser recargada. El ritual de recarga es muy sencillo: basta con dejar la piedra toda la noche bajo la luz de la luna. Los rayos de la luna son mucho más suaves que los del sol, que son demasiado agresivos para la turquesa. Para optimizar este proceso de recarga, puede colocar su piedra sobre un cúmulo de cuarzo. El cuarzo blanco, también llamado cristal de roca, amplifica los poderes de otros minerales y facilita la restauración de las energías.
Un pequeño consejo para reconocer la turquesa al final de su vida : la piedra se vuelve opaca y se agrieta. Incluso puede romperse. En efecto, la turquesa es una piedra frágil que acaba por apagarse cuando ha dado todas sus buenas vibraciones.
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